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La Guerra de los Hipotéticos - Junio de 2019

Este artículo es una crítica del libro "Recoja Sus Cosas", de Ander Zurimendi. Lo escribí el 6 de junio de 2019 para una asignatura de la universidad. Pido disculpas por el lenguaje, pero me parecería un insulto a mi yo pasado cambiar cualquier cosa. Las ideas siguen igual. 

El caso de Alfon, que escribe el epílogo de Recoja sus Cosas, es uno de esos pequeños conflictos mentales que aparecen de vez en cuando para recordarnos la facilidad con la que aceptamos la versión oficial de los hechos. A veces pasan cosas que no cuadran del todo. Conflictos de esos en los que, por cojones, alguien te la está intentando colar. 
Sí, podría ser que Alfon llevara esa bomba en la mochila, podría ser que un puñado de adolescentes borrachos planeara un linchamiento político en Altsasu, que en Zaragoza te puedan matar por llevar unos tirantes con la bandera de España, que Iñigo Cabacas fuera asesinado en autodefensa, que ETA estuviera detrás del 11M, que a Podemos les financiara Irán y que Vox fuera centro-derecha. Si es que podría ser, perfectamente. Y si realmente hacemos caso y confiamos en los grandes medios de este país, nos lo vamos a tener que creer. Porque estos son los periódicos y los canales de televisión que tenemos. Son los que vemos y compramos. Son la biblia de la sociedad secular, la única forma que tenemos de conectar con la realidad que compartimos. 

Y coño, que tampoco somos tontos, podríamos ser un poquito más escépticos. Sabemos que estos medios, que sacan pecho hablando de la verdad, son profundamente partisanos. Y esto es algo que hay que respetar y celebrar -es fantástico que haya un montón de periódicos patriotas neoliberales. Es menos fantástico que lo sean prácticamente todos, cierto, pero para gustos, culos. 

Recoja sus cosas es un libro partisano, pero del otro partido. Ander Zurimendi está en el gabinete de prensa de las CUP, ha militado en EH Bildu y edita el libro en la editorial Pol·len que publican “desde los feminismos, el anticapitalismo, el ecologismo, etcétera” –lo que no deben publicar es muy a menudo en castellano, porque la ortografía es para partirse el culo y llorar a la vez. Es un libro partisano por cómo trata el conflicto, por cómo se acerca a unas voces que no estamos acostumbrados a oír y por cómo puede escribir sobre ex-etarras sin centrarse en las razones que los llevaron a la cárcel. Y precisamente por estas cosas, este libro es profundamente necesario. 

Zurimendi hace una serie de perfiles de presos vascos afectados por la doctrina Parot. Los protagonistas, bilbaínos que han pasado alrededor de treinta años en la cárcel, se intercalan entre ellos, con el autor pintando una imagen a gran escala a través de distintos episodios de sus vidas. La anacronía de estos episodios es uno de muchos recursos formales que emplea Zurimendi a lo largo de la obra, con un resultado original y fácil de leer. 

El libro funciona gracias a un conocimiento íntimo de las historias que está contando: desde cómo pensaban que había cambiado Bilbao hasta cómo se las montaban  para follar en la cárcel. Esta intimidad, propia del periodismo literario bien hecho, tiene una función muy importante, sobre todo en una obra como esta: hace que parezcan personas de verdad. No etarras –o, por lo menos, no sólo etarras- sino gente con sus intereses, sus ambiciones y sus ralladas. 


La solución estatal para solucionar el conflicto vasco, por lo menos a nivel comunicativo, ha sido claro: no hay un conflicto, hay unas cuantas personas que son terribles y quieren joder a España –y menos mal que tenemos a la Guardia Civil, que si no seguirían. Son presos y asesinos como cualquier otro. 
Y sin embargo, nos volvemos a topar con una de esas verdades raras, que no cuadran del todo.

Es posible que los vascos sean gentuza. Yo qué sé, hay algo en su ADN que los hace más propensos a matar o algo. Totalmente posible. Pero chirría. El acercamiento humano de Zurimendi a los presos es clave, hace pensar que quizá tú, con lo fantástico, pacífico y amable que eres podrías haberte encontrado en otro contexto. Uno más complicado, uno en el que te odian por quién eres y cómo hablas. Donde las actuaciones del otro bando, que tú ves, son constantemente blanqueadas por el gobierno y la prensa porque, al fin y al cabo, tú eres de los malos. 

No has nacido en ese contexto y tienes suerte, pero el texto de Zurimendi nos recuerda una cosa importante: podría ser. 


Una pintada de aquellos tiempos en la pared del CSA Can Vies


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