Quiero citar a un ilustre poeta
aragonés que, preguntado recientemente por su opinión sobre la
independencia de Cataluña, dijo:
"Me da igual, que se pongan ellos de
acuerdo, no yo que soy de Aragón".
Un gran punto de partida, muchas gracias.
Hoy me he despertado con resaca y, juzgando por
la cara de Pablo Iglesias en el Consejo Ciudadano de Podemos de hace unas
horas, no he sido el único. No es sólo culpa del alcohol, este enero nos hemos despertado
todos con lagunas después de un otoño salvaje. Ni tú ni Iglesias queríais
salir, pero el procés os ha liado. Ahora -y por mucho que nos joda- toca
tragarse el ibuprofeno, hacer memoria e intentar entender lo que ha pasado
estos últimos meses.
Kase.O tiene razón, independencia sí o
independencia no es algo que tienen que decidir los catalanes. Sin
embargo, viviendo aquí muchos me habéis preguntado cómo lo he vivido y me he
dado cuenta de que, a pesar de involucrarme a más no poder, no lo sé ni yo.
Aquí va mi recuerdo borroso de los últimos meses y, para que sea un poco menos
aburrido, me he centrado en unas cuantas fechas que he considerado importantes.
Teniendo en cuenta que esto se puede hacer largo, primero escribiré hasta el 1 de octubre y, si alguien me dice que tiene curiosidad, haré una segunda parte hasta las
elecciones.
7 de septiembre
Esta tiene trampa: aún no había vuelto a
Cataluña. Me piré a Sevilla al acabar de trabajar como una especie de retirada
espiritual, allí hablé con gente de varios colores políticos sobre Cataluña:
"tienen que pensar que lo que hacen repercute también al resto de los
españoles, ¿por qué sólo ellos pueden votar si nos joden o no?" y demás
opiniones interesantes. La verdad es que, a pesar del pésimo gusto en cerveza,
los sevillanos me hicieron reflexionar. Tanto en la derecha como en la
izquierda de este país hay mucha gente civilizada y con dos dedos de frente. Gente que está dispuesta a hablar seriamente de las cosas con respeto y precaución.
Por desgracia, parece ser que ninguna de esas
personas trabaja en El Mundo:
"SECUESTRO
DE LA DEMOCRACIA PARA FRACTURAR ESPAÑA"
En realidad no lo ponía en mayúsculas, pero así
queda más dramático y se entiende mejor que estuviera a punto de desmayarme al
leerlo en el Ave dirección Zaragoza.
El Mundo se refería al primer paso importante
del Govern hacia el 1 de Octubre: la ley del referéndum. Se había aprobado el
día anterior gracias a la mayoría independentista del parlament y básicamente
especificaba cómo iba a funcionar todo -como si alguien de verdad lo supiera.
La ley se aprobó en un pleno bestial. Fue el primero de
muchos enfrentamientos que conviertieron los plenos en algo que merecía la pena ver con un tercio y
palomitas en el microondas. Llegó además en un momento crucial, en el que
muchos estábamos decepcionados por el McGregor-Mayweather.
En este caso concreto, la oposición (leáse
Ciudadanos, el PP y el PSOE) abandonó el pleno antes de que terminará, dejando
banderas de España en sus escaños. Catatalunya Sí Que
es Pot se abstuvo, pero con un discurso incediario de Joan Coscubiela. Éste criticó que "los medios condicionan
los fines" refiriéndose a los límites en el tiempo de debate y el hecho de
que se aprobara sin los dos tercios del parlament -algo que normalmente exigen las
leyes importantes y los cambios en el Estatut.
El resultado electoral del 27 de Septiembre de
2015 en Cataluña hizo que, por su naturaleza plebiscitaria, la mayoría se
convirtiera en excusa para hacer este tipo de cosas y los siguientes avances en
el parlament siguieron esta lógica. Por suerte, el Tribunal Constitucional
anuló la ley y todo el problema se terminó y los catalanes se callaron porque
es ilegal y ya está, y prou.
11 de septiembre
Mierda, igual no es tan fácil. Vine a Cataluña
un día antes de lo que necesitaba para poder ir a ver la diada. La noche
anterior me habían asegurado en un bar "que da igual que se cabreen, que
se aguanten y punto, es ilegal". Resulta que el mundo no funciona así y, si estás
contento con que haya gente en tu país que está harto de él, igual es que lo
dices más por rabia que realmente por patriotismo o amor a los valores de la
legalidad y la democracia.
Hablando de gente, en la diada había mucha. En plan, muchísima.
Hay una cosa que no se le puede negar al procés
y es que, aunque joda, sí es un movimiento de los de abajo. O por lo menos de
los del medio-alto tirando hacia abajo con muchos de abajo -o algo así. La
cuestión es que gran parte de la energía del independentismo viene de las
personas reales y yo llegué a Cataluña acostumbrado a pensar que todo era
una estrategia de la élite política independentista. Olvidaos ya de esa idea,
porque no es cierto. Este movimiento sobrevive porque hay muchísima gente que
cree en él, lo demuestran con notable en las urnas y sobresaliente en las
calles.
Salí con la bandera de Aragón -por si me veía
algún conocido y sospechaba- y bebí bastante Estrella Damm, para ver si
esa era la clave para entender de qué iba todo eso. En gran medida funcionó, me
reencontré con amigos con sus banderitas y no les escupí en toda la tarde.
Pero ya empezó la confusión y mis poderes de vidente me daban mal rollo. La mentalidad de los círculos independentistas no es tóxica
como tal, pero sí da la sensación de estar un poco alejada de la realidad y
parecía que en vez de trescientos kilómetros había viajado tres mil. Los
independentistas dirán que es porque he cruzado una frontera, pero sinceramente
pienso que es porque la han cruzado ellos. Tengo la sensación de que eventos
como la diada no sirven para hacer que más gente sea independentista, pero sí
para que los ya independentistas lo sean más. En cualquier caso, ese día vi a
cientos de miles de personas comprometidas con una causa. Puede gustar más o
menos, pero estaba claro que no se iban a "aguantar y punto".
20 de septiembre
Ese día madrugué, que tenía catalán. Miré un par
de periódicos en el móvil, pero no les hice mucho caso: grave error.
Nada más entrar a clase llega el profe de
prácticas y suelta: "no sé si habéis visto lo que ha pasado, pero han
convocado una manifestación a la una. No voy a dar clase mientras se le hace
esto a nuestras instituciones, vosotros veréis lo que hacéis, si estáis a favor
de la democracia o de la monarquía española".
Joder, que me acababa de levantar. Y menuda
forma de empezar el día, teniendo que decidir si estoy a favor de la democracia
o de los tíos de Froilán.
No era para menos, esa semana la policía había
empezado a confiscar las papeletas y a buscar urnas, imprentas y demás
ingredientes para hacer la salsa de la democracia. Aparte de todo eso, esa
mañana la guardia civil entró en varios edificios de la Generalitat y en la
sede de las CUP.
Les salió el tiro por la culata, no sé si
encontraron gran cosa, pero las calles se llenaron. Cayó como un ataque grave a
la autonomía de Cataluña y consiguieron una especie de segunda diada, pero con
más mala hostia.
El 20 de septiembre se tomó la terrible decisión
de atacar de forma directa al referéndum, un hecho que sirvió de precedente
para el 1-O. En España se declaró el referéndum como una cuestión de orgullo:"por
mis cojones que no votan". La vía pasiva habría sido la mejor jugada,
esperar a que se votara, no reconocerlo y progresivamente ir multando y
encerrando a la gente. Pero nuestro gobierno no es así, no era tanto una cuestión
de impedir la votación, sino de humillarles.
Esta actitud tiene consecuencias:
1) ¿El 1-O se celebra un referéndum?
1) ¿El 1-O se celebra un referéndum?
No, es una cosa que se han inventado ellos.
2) ¿Por lo tanto no es un referéndum real?
NO.
3) Y entonces, ¿por qué es ilegal?
Sé que lo que estoy planteando no es tan simple,
y que hay otros delitos, entre otras cosas, por malversación de fondos, pero el
gobierno dejó escapar la oportunidad de ignorar el referéndum. Ese día el
estado español firmó la existencia de un conflicto y legitimó, hasta cierto
punto, el referéndum.
Un sujetador de urnas sujeta una urna en la manifestación del 20S (p.p)
1 de octubre
No soy catalán, técnicamente ni siquiera soy
español. La cuestión es que estoy empadronado en Aragón y, me gustara o no, no
podía votar en el referéndum. Estaba muy jodido por la idea de perderme la
fiesta de la democracia, así que un amigo (bueno, a ver, conocido, tampoco me
junto mucho con esa gente) me invitó a su pueblo a ver los fuegos artificiales
y a ser voluntario en su centro electoral.
Dormimos en el suelo de un centro cívico en Sant
Boi de Llobregat, un pueblo muy bonito del cinturón rojo de Barcelona.
El local era la segunda opción, la policía se
había enterado del original y decidieron cambiarlo en el último momento. La
votación empezaba a las 9, pero nosotros nos levantamos en torno a las 6 porque
el principal objetivo del catalanismo es que yo no duerma. Empezamos el
día pintando un cartel enorme y enganchándolo en el centro original para que la
gente supiera a donde tenía que ir. Cuando terminamos las manualidades fuimos
otra vez a donde habíamos dormido. Nos encontramos una escena bastante rara.
Todavía era de noche y, por alguna razón, había un grupo de gente en un círculo
al lado del centro.
A los minutos apareció un coche gris. Iba rápido y
con las luces apagadas. Se bajó un hombre del coche y abrió el maletero: las urnas. A día
de hoy sigo sin saber dónde las escondieron ni cómo las consiguieron, pero en
ese momento flipé, parecía ser que iba a haber un referéndum ese día.
La realidad no es muy épica, estaría bien decir
que me enfrenté a los antidisturbios rollo Braveheart, se
acojonaron y se fueron. O bien decir que, salvando la unidad de España,
aproveché un momento que nadie estaba mirando y robé las urnas para
usarlas como cubos de basura en los baños del Bernabéu.
En el colegio que estuve en Sant Boi no hubo
nada de eso y me pasé el día ayudando a señoras a subir las escaleras y dando
direcciones a la gente que -a pesar de nuestro cartel- seguía yendo al otro
centro.
Aun así la tarde fue muy tensa, llegaban vídeos
y fotos y la gente tenía miedo. Hablé con personas de todo tipo, algo que en
Sant Boi -un pueblo con años de inmigración de otras partes del estado- es
inevitable. "Nunca he sido independentista, pero lo de estos días me ha
hecho cambiar de opinión. No vivía algo así desde Franco, esta es la única
forma de que las cosas cambien" me dijo un señor de setenta y pico con
acento andaluz.
A medida que avanzaba el día fuimos conscientes
de la gravedad de lo que estaba ocurriendo en el resto de Cataluña. Hicimos
varios simulacros por si venía la policía "brazos encadenados con el de al
lado y sentados en el suelo todos". La gente hizo caso, hasta gente que
decía que había votado que no.
La mejor forma de joder un referéndum es
convencer a la gente de que no vote, no darles de hostias a los que sí. El 1-O
fue un punto de inflexión masivo para todo este asunto, España la cagó
masivamente y los policías que vinieron se comportaron como unos auténticos
animales.
Al igual que con la diada, los independentistas
se volvieron más independentistas y esa noche España se había despedido de
forma permanente de cientos de miles de sus habitantes.
En sí, el referéndum fue un fracaso, no votó
suficiente gente como para independizarse de forma convincente, pero los
catalanes demostraron tener una capacidad de organización y una valentía
envidiables.
Me fui nervioso de Sant Boi, pero con una nueva
perspectiva del conflicto. Ese día dejé de preguntarme si Cataluña sería
independiente y empecé a preguntarme cuándo.
(Eso, si quieres una segunda parte coméntalo o dímelo
o yo qué sé.)
Comentarios
Publicar un comentario